Faltando pocos días para
mi cumpleaños me llegó una invitación para disfrutar, precisamente
en mi natalicio, de la esperada obra navideña El Cascanueces,
en el Teatro Teresa Carreño. Como sé que no existen casualidades
decidí ir por varias razones:
- Nunca presencié el típico Cascanueces que hacen en Navidad, ni el de Keyla Ermecheo (que se presentó desde 1984 hasta 1996), ni éste que es el de Vicente Nebrada.
- Crecí lejos de la capital y fue hasta hace tres años cuando pude ver por primera vez una versión del ballet, pero era algo más oscura.
- ¡Ah! Y cayó un viernes, así que secuestré unas primas y me las llevé para que participaran en mi auto regalo de cumpleaños.
Con Tchaikovsky, de la
mano del Ballet Teresa Carreño, junto a la Orquesta Sinfónica de
Venezuela, teníamos aseguradas dos horas de excelencia. Pero ya en
los asientos nos llevamos más sorpresas y ni hablar de las horas que
siguieron. Disfrutamos de una serenata bajo un diluvio y llegué a
casa con un ramo de 50 rosas, entre otras cosas. ¡Vamos por parte!
Este es uno de mis momentos favoritos. Crédito: Correo del Orinoco |
Resulta que se trataba
del la presentación de estreno y a los invitados de rutina, como la
prensa y distintos grupos culturales e institucionales, se nos
unieron unos 2000 mil niños de distintos colegios, de zonas humildes
o con diversidad cognitiva o discapacidades. Fue muy emotivo sentir
las respuestas de estos niños que aplaudían sin cesar. Juntos nos
llenamos de ilusión con la fiesta celebrada en la casa de Clara. Nos
reímos a carcajadas con las peculiaridades de su abuelo y las
travesuras de su hermano Fritz. Y nos vimos envueltos en la magia que
ocurre cuando a medianoche, el soldado del ballet El Cascanueces
cobra vida.
Al terminar la obra,
quedé sorprendida con la técnica de los bailarines y la
impresionante escenografía. Esta edición estuvo dedicada a la
impronta y fuerza creativa del arquitecto Tomás Lugo Marcano y del
bailarín Francisco Javier Rivera, quienes fallecieron recientemente.
Asimismo, luego de que 6 bailarines se fueran del país y tras un
proceso de audiciones, el escenario recibió a 25 nuevos artistas en
varios papeles.
Las cómplices |
Después de tanta
fastuosidad, nunca imaginé que luego comenzaría mi propia historia
surrealista. Para empezar, recibí un mensaje de un amigo de la
infancia que no vive en Venezuela: “quédate ahí, que alguien te
va a llamar para darte unas cosas de mi parte”. Yo le hice caso,
porque me daba mucha curiosidad y mientras tanto disfrutamos de una
feria navideña que estaba cerca y hasta de varias canciones
decembrinas interpretadas por el Orfeón de Unearte, concierto que
estuvo acompañado por truenos y relámpagos, lo que se convirtió en
uno de los aguaceros más fuertes que han caído en Caracas en lo
que va de año. Y para cerrar, todos los asistentes cantamos a viva
voz el “Alma llanera”. Este será uno de los diciembres más
recordados por todos los venezolanos...
Después de un par de
horas y bastante impaciencia... ¡Llegaron los regalos! Rosas, vino y
una torta de cumpleaños. El suplicio para encontrar un taxi que me
llevara a casa con semejantes obsequios no fue fácil. Vivo a dos
horas de Caracas y cuando cae una pequeña llovizna, la ciudad colapsa. Finalmente, a las 8:00 p.m. logré embarcarme
en un vehículo y cruzar la ciudad en medio de una tempestad. Llegué
con bien y pudimos brindar por otro año más de vida. Gracias al
Teatro Teresa Carreño por la invitación, a mis amigos, familia y a
la gente hermosa que se acordó de mí en esta fecha y que aún sigue luchando por mantener la bondad pese
a la circunstancias que se viven este tierra llena de gracia. ¡Ah! Y gracias
al taxista que se atrevió a realizar semejante travesía.